Hernando Mestre, 2011
En
el día a día hablamos del poder sobre sus efectos , pero no sobre su
naturaleza. Pensamos normalmente que la pragmática del poder es una función de
la capacidad de coacción de quien lo detenta. La verdad, es que el mundo de hoy
está cambiando.
A. Razones del cambio de la
práctica del poder.
Los
sistemas no evolucionan, los sistemas son, y la evolución, como un todo, está dada por la
capacidad de adaptación y sostenibilidad frente a entornos que entendemos como
cambiantes. Si el entorno percibido cambia, también lo hace el poder.
De esa manera, no
cambian los sistemas, solamente nuestra percepción frente a los mismos, y
el orden de necesidades que sentimos, se va acomodando a diferentes percepciones que estamos preparados para entender. La
prueba de que los sistemas no cambian, sino la percepción de las sociedades que
los viven, es que hoy conviven sistemas muy “primitivos” con sistemas
“avanzados”.
Las sociedades van quemando etapas, a veces literalmente, para ir entendiendo
y viviendo un sistema u otro.
Algunos
cambios de percepción social que terminan por crear hechos de adopción de otros
sistemas:
- La economía de suma cero comienza a ser rebatida y con ello la mentalidad de escasez como rasero aceptable.
- Las poblaciones pierden paulatinamente su inocencia y su tolerancia frente al exceso.
- La información asequible empodera a las personas en su capacidad de producir información nueva.
- El mundo en tiempo real acelera los cambios de percepción por exogamia (intercambio de datos, información y comunicación).
- La competitividad se hace una función de velocidad, y esta depende de la capacidad de gestionar ágilmente el conocimiento y el cambio.
- La incertidumbre es un hecho que las poblaciones sienten, con algunas reacciones emocionales, incluso, como el regreso a sistemas paternalistas, que sin embargo, no son sostenibles.
- La conciencia de libertad comienza a identificarse cada vez más con la conciencia de pertenecer a una sociedad.
- La nueva exigencia a las organizaciones, como factores sostenibles de transformación social.
- La experiencia cada vez más clara y sentida de los resultados de un comportamiento inadecuado con el planeta, en sus efectos económicos, de gobernabilidad y de destrucción de la tranquilidad e integridad humanas.
- Las nuevas microestructuras sociales de familia y género.
B. El poder hacer gana terreno
frente al poder coaccionar.
Si
revisamos el triángulo aquí propuesto, vemos que existen tres ángulos del poder
que cierran el triángulo social: poder instituido (PI), autoridad (A) y
liderazgo (L).
Poder instituido.
Poder instituido.
Se trata de una estructura social basada en acuerdos, principios,
enfoques, objetivos y valores. El poder instituido permite que un grupo social
o empresarial sea sostenible y gobernable, puesto que no dependerá del criterio
o estado anímico de una o pocas personas, sino de acuerdos que obedecen a
objetividades, nacidas del acuerdo PI.
Esos acuerdos entregan el marco regulatorio, el marco de toma de
decisiones, y aseguran que la institución no pierda su naturaleza al escoger
subjetivamente objetivos que la descarrilen de su razón de ser. Se representa
en el azul, según la colorimetría de Norton y Kaplan, porque es el universo de
la visión y de la gestión estratégica de alto nivel. Si su definición falla, el
triángulo se rompe en alguno de sus lados. Es la clave de bóveda que sostiene
al sistema.
Autoridad
Es un componente derivado de las estructuras nacidas del poder
instituido, y supone la capacidad de llevar esa estrategia al procedimiento
compartido, al proceso que empoderar y a la asignación de autoridad que decide
y delegación que permite. Tiene un componente de reputación, puesto que así
como el poder instituido es de universal aceptación, la autoridad se gana por
su capacidad de llevarlo a cabo y convertirlo en resultados. Es verde, y busca
generar procesos fluidos de gestión táctica. La autoridad bien manejada es
básicamente una aplicación de democracia progresista, sometida a principios
fundacionales (componentes incluidos en PI).
Liderazgo
Supone un componente derivado de las competencias de cada miembro
o grupo específico dentro de una organización. El PI deriva de acuerdos macro
de corte estratégico. A deriva de la práctica compartida y el liderazgo –L-, nace de la capacidad de crecimiento y
desarrollo humano, por ello es representado en rojo, la vida, la creación y la
calidez. Como vemos, la vida no se casa con el autoritarismo, versión primitiva
del liderazgo, sino de la capacidad de representar el sentir de otros, y
conectarlo con un crecimiento cotidiano. Su alcance es práctico y genera
resultados a la luz de códigos compartidos.
C. Interrelaciones entre los ángulos del poder organizacional.
Este
triángulo no es una representación de una estructura organizacional o de un
organigrama, sino que implica un mapa de navegación para la gestión de equipos,
la vida social misma de un emprendimiento o iniciativa socializada, sin
importar su escala en la jerarquía, por lo cual se presta incluso para
gestiones horizontales. Las interrelaciones entre los tres ángulos le dan vida
a la aptitud social de una empresa.
Aplicación de los objetivos.
Conecta
al poder instituido (PI) con la autoridad (A). Permite convertir los objetivos
en procesos que explican, determinan el cómo. Esos procesos no pueden ser
estáticos, y por ello, también evidencian al mejoramiento continuo, investigación
y desarrollo y gestión del conocimiento.
Implicaciones
de su no aplicación: se fractura la capacidad de convertir una estrategia en
resultados, la población, entendida como mando medio y base, desaparece como
factor de aporte enfocado, y se crean obstáculos que impiden competitividad y
hacen inviable una propuesta. La microgerencia, en general, es un gran
obstáculo para lograr esta integración. Es el mundo del empoderamiento.
Aplicación de los valores.
Conecta
al poder instituido (PI) con el liderazgo (L). Se trata del cimiento emocional, intelectual y el sentido
último del trabajo humano. Sin la capacidad de hacer propia una creencia, la
autoridad pierde sentido, y el poder instituido se erosiona en la ilegitimidad,
que al final, genera poblaciones tendientes a satisfacer necesidades
personalistas e inmediatistas, en detrimento del bien común. El liderazgo exige
desarrollo de competencias humanas y personales, para generar comprensión y
mejoramiento.
Es
el mundo de la motivación y del sentido de pertenencia. Una persona solo da lo
que puede concebir, sentir, y el líder lo es cuando tiene la empatía suficiente
con un equipo, para interpretar su sentir, conectarlo con PI y dirimir un
sistema de procedimientos.
Aplicación de las competencias.
Si
el líder es incapaz de convertir sus competencias en procesos socializables ,
entonces el triángulo no cierra. Aplicar las competencias, implica convertir
las iniciativas en procesos, de manera que las mismas los animen con una
cimentación humana que les dé sentido, que les otorgue capacidad de
aprendizaje, convencimiento, enfoque y pragmática para alcanzar objetivos.
Al
final cerramos el triángulo con el amarillo, que hace de una organización, un
sistema apto socialmente. Cuando veamos o sintamos una empresa que no marcha,
comencemos por revisar si nuestro triángulo cierra, o no.
Hoy
estamos en el mundo de poder hacer, para que los demás puedan hacer. En un grupo puede haber velocidad, o estancamiento, no hay término medio, al menos no en términos de la gobernabilidad competitiva. Depende del balance de poder que decidamos
seguir.
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